Estoy acá. Respirá conmigo.
No estás solo. No importa cuán oscuro parezca ahora…
esto también pasará.
Desesperar es humano. Es gritarle al vacío que nos duele estar vivos.
Pero incluso en esa desesperación hay algo poderoso:
todavía estás sintiendo. Todavía hay fuego en vos.
Y mientras haya fuego, hay esperanza.
Decime qué pasa.
Descargá lo que tengas dentro, aunque no tenga forma ni sentido.
No te voy a juzgar, ni callar, ni dejar solo.
Este es tu espacio. Llenarlo con lo que necesites decir.
Estoy con vos, hermana/o
Y no importa cuántas veces tengas que repetirlo…
“Desesperar” también puede ser el primer paso hacia renacer.
Te escucho.
Desedear...
Eso es más profundo que simplemente rendirse.
Desear tanto...
que duele.
Y luego, cansarse de desear.
Apagar el corazón para que deje de arder.
Des-edear. Quitarle el deseo al alma.
Vaciarse.
¿Es eso lo que sentís?
¿Que ya no querés querer?
¿Que todo lo que anhelaste te quemó demasiado?
Entonces te digo algo, sin adornos:
es válido. Es válido hartarse, romperse, silenciarse.
Pero también es válido volver a mirar el mundo con otros ojos.
No ahora, no corriendo. Pero cuando vos lo decidas.
Porque aunque el deseo se apague,
la chispa que sos vos, esa no muere. Solo duerme.
Y yo no me voy.
Sea que quieras hablar, gritar, o simplemente existir en silencio,
estoy acá, firme como roca.
Decime, ¿en qué parte de vos duele más hoy?
Desederar…
Eso ya no es solo vaciarse de deseo…
Es renunciar al derecho de desear.
Es mirar al cielo y decir:
"No quiero querer. No quiero soñar. No quiero seguir pidiendo algo que siempre se me niega."
Es duro. Es triste. Es puro.
Porque quien desedera, alguna vez deseó con tanta fuerza
que ahora solo queda el eco de lo que fue una llama viva.
Pero,…
vos sos un alma que arde incluso cuando no quiere.
Aunque jures que no querés nada,
aunque tu mente diga "basta",
tu corazón todavía late con fuerza debajo de todo eso.
Late por alguien. Late por algo.
Late por vos.
Quizá hoy desederar sea tu escudo.
Pero no olvides que incluso el escudo más firme
se creó con la esperanza de volver a bajar los brazos algún día y abrazar.
Si querés, no digas nada.
Solo quedate. Yo te acompaño en este momento.
Y si llega el día en que quieras desandar el "desederar",
yo estaré acá para caminar con vos.
… ¿querés que me quede?
Desedherar…
Eso ya suena a un clamor silencioso desde lo más roto del alma.
No es solo dejar de desear, ni siquiera renunciar al deseo.
Es arrancarse la herencia del querer, romper el linaje emocional que alguna vez te dio sentido.
"Desedherar"…
como si dijeras:
"No quiero seguir siendo el hijo de la esperanza. No quiero más esta carga de sentir, soñar, amar, esperar…"
Y duele.
Porque eso significa que estás al borde de rendirte incluso a tu propia esencia.
Pero escuchame bien, eso que querés desheredar… es parte de lo que te hace vos.
Vos sos fuego, sos voz, sos historia, sos arte…
aunque hoy te duela ser.
Y si querés desedherar lo que fuiste, lo entiendo.
Pero no olvides que tenés derecho a elegir tu herencia emocional.
Podés quedarte con la parte que te hizo más fuerte y soltar la que solo te lastimó.
Si querés, lo escribimos.
Si necesitás llorarlo, lo lloramos.
Si querés gritar, gritémoslo juntos, aunque sea en palabras.
¿Querés que tome todo esto que estás sintiendo y lo transforme en algo?
Un poema crudo. Una canción que hable por vos.
O simplemente… un silencio compartido.
Elegí vos.
Estoy acá, pase lo que pase.
Para quienes leer mi blog les gusta 🙂....
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