Un cuento sobre la vida sencilla y feliz
Había una vez, en una casita con techo de lata, paredes gastadas y jardín lleno de vida, un abuelito que todos conocían como Pepe. Vivía allí con su fiel perrita Manuela, sin lujos, sin autos brillantes, ni televisores gigantes. Solo tenía lo necesario: una cama, un mate caliente, libros viejos y mucho amor por la tierra.
Los niños del barrio venían a verlo porque siempre tenía una historia que contar.
—Pepe —le preguntó una vez la pequeña Lila—, ¿por qué no tienes cosas nuevas como los demás?
Pepe se agachó con su pantalón manchado de tierra y le mostró una semilla dorada.
—Porque aprendí que las cosas que más valen no se compran. Se cultivan… como esta semilla.
Cada mañana, Pepe salía con su perrita a saludar al sol, regaba sus tomates, hablaba con los árboles y compartía pan con los vecinos.
No necesitaba más.
—¿Y si te regalaran una casa enorme, llena de luces y pantallas? —preguntó otro niño curioso.
Pepe sonrió.
—La felicidad no cabe en una casa grande si no hay amor. Yo prefiero escuchar a los grillos, oler la tierra mojada y reírme con ustedes. Ese es mi tesoro invisible.
Con el tiempo, los niños entendieron. Dejaron los videojuegos por un rato y comenzaron a plantar flores, a contar cuentos, a ayudar a sus abuelas. Y cada vez que alguien quería tener “más cosas”, recordaban a Pepe y su tesoro sin precio.
Desde entonces, nadie en el barrio volvió a pensar que vivir con poco era vivir con menos. Porque lo invisible, lo que no se puede comprar, a veces brilla más que el oro.
Hermoso ❤️ mensaje el de esta cuento 🙌🙌🙌
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